Autor: José Antonio López Fernández
Conseguir una educación para todos de momento sólo es un deseo, un bonito dicho. Para que este deseo se convierta en hecho cada uno de los agentes de la educación (familias, maestros, y profesores, alumnos y administraciones) debemos recorrer nuestro trecho, el camino que nos corresponde. Y estos caminos, deben confluir y son necesariamente largos, y complejos.
Hay un acuerdo generalizado respecto de que vivimos en una sociedad convulsa en la que valores básicos que un día fueron muy claros y muy aceptados, hoy se cuestionan y se intentan redefinir. Vivimos una sociedad en crisis y las crisis no son necesariamente malas. El mundo ha avanzado siempre después de haber sufrido cambios, a veces violentos como fue el caso de la caída del Imperio Romano, la Revolución Francesa, …
Estamos viviendo una crisis que va más allá de la cuestión económica; en mi opinión, esta es una crisis de valores, una crisis de civilización. Normalmente las crisis alumbran situaciones nuevas y mejores tras un periodo largo de desconcierto social, de inseguridad, de confusión que es el que estamos viviendo en la actualidad.
En esta sociedad convulsa el
papel de la educación se complica. Nunca los profesionales de la
educación y las familias hemos vivido tantas dificultades para hacer
bien nuestra tarea educadora, como ahora. La educación es y será
siempre una tarea compleja por naturaleza, pero no tiene por que ser
complicada. Las complicaciones, a veces, se las añadimos entre unos
y otros, se las añade la sociedad en su conjunto.
Esta situación, como dije
anteriormente, afecta a todos los componentes de la sociedad
especialmente a las familias y a la escuela. La sociedad no es
todavía suficientemente consciente de que es necesario redefinir los
valores básicos y educar teniéndolos como referencia para que sean
la base de una sociedad nueva.
Los niños dan los primeros
pasos en su educación, adquieren los primeros hábitos en el seno de
la familia. Una maestra con experiencia, cuando el niño llega a la
escuela con tres años, ve enseguida en él la huella positiva o
negativa de la familia.
En los últimos años la
huella con que llegan los niños a la escuela es cada vez menos
positiva, los niños en su mayoría llegan a la escuela bravíos, con
pocos hábitos positivos, les faltan elementos básicos de
socialización y eso va a complicar el trabajo de la escuela y va a
ser una rémora a lo largo de toda su escolarización.
Los primeros años son
decisivos en nuestras vidas. La sociedad no es todavía
suficientemente consciente de ello, si no actuaría de otra manera,
por ejemplo facilitaría durante más tiempo la presencia de los
padres con los niños después de su nacimiento, favorecería los
horarios laborales para conciliar la vida laboral con la vida
familiar, promovería auténticas escuelas infantiles en número
suficiente asequibles a todas las familias cualquiera que sea su
lugar de residencia y su situación económica…
La primera causa del mal
llamado fracaso
escolar hay que
buscarla en la educación infantil, tanto en la escolar como en la
familiar y en la social. Digo mal
llamado fracaso escolar
y digo bien, porque este escandaloso número de niños españoles que
no alcanzan la Educación Obligatoria, no es sólo, ni principalmente
responsabilidad de la escuela, ni siquiera del sistema educativo; es
fundamentalmente un estrepitoso fracaso de la sociedad en su
conjunto.
Resulta escandaloso que casi la
tercera parte de los niños españoles no alcancen el título al
final de la Educación Secundaria Obligatoria y que solo el veinte
por ciento continúe estudios de Bachillerato o de Formación
Profesional. Cifras que doblan la media de los países europeos de
nuestro entorno.
Bien están los planes de apoyo
y refuerzo en la Educación Secundaria, pero es la mayoría de los,
son solo paños calientes. Los apoyos y refuerzos tienen que
aplicarse preferentemente en la Educación Infantil y en los dos
primeros años de la Educación Primaria.
Durante estos primeros años, el
número de niños por clase debería ser menor que el actual y en
cada aula deberían trabajar juntos dos maestros el mayor número de
horas posible…
Los buenos médicos evitan la
cirugía haciendo medicina preventiva y poniendo tratamientos
adecuados. Los médicos saben bien que las enfermedades se curan
mejor cogiéndolas a tiempo, porque si no hay peligro de que se hagan
crónicas, pues bien, cuando los niños llegan al instituto y no han
superado las dificultades de aprendizaje en la Educación Primara,
difícilmente van a superarlas en la Educación Secundaria.
Un niño que pasa a tercero de
primaria sin haber consolidado los aprendizajes básicos,
difícilmente los adquiere después, y hay muchas posibilidades de
que sea un candidato a engrosar el número de alumnos que no
alcanzan la titulación en la Educación Secundaria Obligatoria. Y
está demostrado que la repetición de curso, en la mayoría de los
casos, no resuelve el problema.
La Constitución y las Leyes
Orgánicas vigentes prevén que la Educación Obligatoria, es un
derecho y un bien para todos y la sociedad, a través de sus
instituciones, tiene la obligación de hacerlo posible; pero para eso
hay que empezar a construir la casa por los cimientos y no por el
tejado.
Educar a un niño y transformar
la educación son procesos parecidos al que sigue la naturaleza para
formar las estalactitas
y las estalagmitas,
estas se forman gota a gota cayendo con un ritmo constante y también
se asemeja al proceso que se sigue para construir las catedrales,
piedra a piedra. El proceso de educar requiere mucho tiempo, mucha
coherencia, mucho esfuerzo y sobre todo requiere amor, mucho amor.
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